Konnichi Wa !

Esta vez toca el turno a un relato que escribí. Es un relato interesante, imaginable, capaz de realizar el mundo para cualquier pareja que de un momento a otro está destinada a hacer algo inolvidable.

La titulé:

La Primer Cita ..

 No sé cómo ocurrió. O no sé cómo será. Pero una idea tengo de esto. Es un relato que ha nacido a base de una serie de acontecmientos basados en la realidad junto con la fantasía de dos personas que han nacido para ser algo más que amigos.

Ninguno de los dos se conocía. Ninguno de los dos sabía cómo sería su reacción al conocerse. Ninguno de los dos tenía una idea clara de qué es lo que pasaba por sus mentes, sus corazones y sus cuerpos. Todo era un desequilibrio mental aunado al distanciamiento, la incapacidad de tener un roce más cercano y sobre todo, a la desesperación.

 Sin embargo, el día llegó. Finalmente llegó el día en que ambos se encontrarían. No sabían qué pensar. La mezcla de emociones superaba los límites. Era una mezcla de felicidad, incertidumbre, inocencia, y por sobre todo esto, era la ansiedad de tener por fin el primer contacto no virtual, sino personal.

El uno había arrendado una cabaña en la playa. Un sueño dorado para los dos. Tener un encuentro más que de amistad. Era una cita. Todo se tenía que preparar a la perfección y no dejar lugar a ningún fallo, por mínimo que sea. Todo merecía ser perfecto. Todo valía la pena, y todo era para ser de todos los encuentros posibles, el mejor.

 La comunicación era constante, dispersa en ocasiones pero existía. Existía un lazo importante. Existían las ganas de estar el uno con el otro y compartir no sólo una charla, no sólo una cita, no sólo una cena .. No, las ganas estaban más allá. Hasta donde uno con el otro hicieran presente el sentimiento, el gozo, el fervor de saber que la otra persona estaba ahí, para él. Únicamente para él y todo lo demás se convertiría en una nada absoluta, al menos en ese momento.

 El tiempo llegó. Ese era el día tan esperado. Mientras el primero esperaba cómodamente sentado dentro de la cabaña, el segundo no esperaba más que llegar y verle. Incluso verle sería tan poco que es casi inperceptible, lo que quería era saber todas y cada una de las cosas que al primero le fascinan, le agradan, le desagradan, le inquietan y le hacen amar la vida de manera casi indescriptible.

 El uno sentado mientras el otro llegó. No supo qué más hacer para no alargar ese tiempo. Así que, tembloroso y con muchos nervios se acercó a la puerta. Tocó. Ninguna reacción instantánea. No fue sino hasta el segundo llamado a la puerta que se abrió. Lentamente el rostro del primero se asomaba dejando ver un ser fuerte, impresionante y ansioso. Ansioso el uno y ansioso el otro el silencio se hizo presente.

 Un momento que pareció una eternidad mientras alguno de los dos dejaba escapar de su boca las primeras palabras. Un saludo, un abrazo, el primero. Una emoción que no dejaba de empujar el pecho de ambos. Una sensación de saber dominar el momento, de saber controlar los impulsos que a ambos invadían. Pero ocurrió, finalmente ocurrió y de alguno de los dos, que en ese momento no importó, salieron las primeras palabras.

 Después de un rato de pláticas, risas y opiniones del uno hacia el otro y viceversa el momento de cenar llegó. La playa, tranquila. Una playa que recibía el momento de los dos, el momentó único de la primera cita. Una playa que se conjugó con todo el universo para que aquel día fuese perfecto. Un atardecer hermoso, un atardecer rojo y un sol que brillaba con todo su esplendor despidiendo el día de incertidumbre y dejando llegar a la luna llena. La luna junto con las estrellas brillaron entonces con una fuerza descomunal, única e irrepetible. Esa noche fue la noche de los dos.

 La cena fue exquisita, independientemente de lo que se había preparado. Fue la cena ideal, fue la fecha ideal y fue el momento ideal. Al final, una taza de café y un cigarro para brindar por aquel momento, sin dejar de lado que una buena copa de Champagne los esperaba para un brindis final.

La ventana abierta, la brisa del mar rociando sus rostros llenos de emoción que no pudo, ni por un mínimo instante, ser opacada por alguna otra cosa que no fueran ellos. El ruido del mar los llevaba hacia una calma aparente mientras, de un momento a otro, las prendas empezaron a caer.

El roce de los cuerpos, el sentimiento de tenerse al fin juntos, después de mucho tiempo. Las inmensas ganas de tener el amor del otro. Mientras las ropas caían, las ganas crecían en un éxtasis de seducción desenfrenada.

Y al fin el mundo se detuvo para siempre. Sintiendo únicamente el ruido exterior del mar se dejaron ir los cuerpos en aquella cama. Aquella cama que los recibía para hacer de ella lo que quisieran, y lo hicieron. Hicieron el amor tan apasionadamente que nada del mundo, o del universo, importó. Nunca antes nadie había hecho sentir a aquellos dos desconocidos lo que en esa noche vivieron. Nunca nada en el mundo les mostró lo importante que es estar ahi el uno para el otro. Y no importó ningún impedimento. Y no importó algún contratiempo. Y no importó situación alguna que hiciera que no se ameritara toda la espera, eterna para los dos.

 El final de este relato es aún desconocido. Es un final que no ha sido revelado y que ojalá que nunca lo sea. Que nunca jamás se tenga que terminar esta primera cita. La cita ideal. La cita perfecta, en el momento perfecto y con las personas perfectas para tenerla. ..

Espero que comenten algo al respecto. A mi me pareció hermosa .. Hasta con ganas de escribir un libro jajajaja . Ne, no llego a tanto .. pero por qué no?